El envenenamiento por ácido bongkrékico (AB) es una enfermedad grave y a menudo fatal causada por la bacteria Burkholderia cocovenenans. Esta bacteria prolifera en alimentos como el coco y el maíz, produciendo la potente toxina AB. Un incidente reciente resaltó las devastadoras consecuencias de la contaminación por AB, donde la harina de maíz contaminada utilizada en una sopa agria resultó en nueve muertes. La concentración de AB en la harina fue significativamente mayor que la dosis letal, lo que condujo a una tasa de mortalidad del 100%.
La investigación de laboratorio confirma que B. cocovenenans favorece los ambientes ricos en ácido oleico, con un pH neutro y temperaturas entre 22-30°C. Bajo estas condiciones, la bacteria puede producir cantidades significativas de toxina en un corto período. Si bien la fuente exacta de contaminación en el incidente de la sopa agria sigue sin estar clara, el almacenamiento y procesamiento inadecuados de los alimentos probablemente jugaron un papel importante. La masa de maíz utilizada en la sopa posiblemente se contaminó durante el proceso de secado, creando un ambiente ideal para el crecimiento bacteriano y la producción de toxinas. La estabilidad térmica del AB significa que incluso cocinar alimentos contaminados puede no eliminar el peligro.
Históricamente, el envenenamiento por AB ha mostrado altas tasas de mortalidad en regiones como Indonesia y Mozambique. Si bien China ha visto una disminución en los incidentes desde la implementación de un sistema de vigilancia de salud pública, la tasa de letalidad se mantiene sustancial en un 26.47%. Diferentes tipos de alimentos parecen contribuir a diferentes tasas de mortalidad. Por ejemplo, los incidentes relacionados con «Diaojiangba» contaminado (un tipo de pastel de almíbar) en la provincia de Yunnan resultaron en una tasa de mortalidad del 32%. La alta tasa de mortalidad en el incidente de la sopa agria probablemente se debió a la exposición a una dosis de AB significativamente mayor que en casos anteriores.
El diagnóstico del envenenamiento por AB a menudo se basa en los síntomas clínicos y el historial de exposición debido a la limitada capacidad de prueba. Una encuesta reveló que solo un pequeño porcentaje de las instituciones médicas en China tienen acceso a la tecnología de detección de AB. Esta falta de herramientas de diagnóstico fácilmente disponibles puede retrasar significativamente el diagnóstico y el tratamiento, lo que impacta los resultados del paciente. En el incidente de la sopa agria, la obtención de resultados de pruebas cualitativas y cuantitativas tardó varios días.
Además, la falta de antídotos específicos y pautas de tratamiento estandarizadas para el envenenamiento por AB dificulta la intervención médica efectiva. El tratamiento se centra principalmente en eliminar la exposición a la toxina, eliminar las toxinas no absorbidas y brindar atención de apoyo. El tratamiento oportuno en instalaciones equipadas para manejar casos de envenenamiento grave podría reducir potencialmente las tasas de mortalidad.
La investigación de los incidentes de envenenamiento por AB a menudo enfrenta desafíos, incluida la información incompleta sobre la preparación de los alimentos y los registros clínicos limitados. En el incidente de la sopa agria, la muerte de la persona que preparó la comida obstaculizó los esfuerzos para recopilar información detallada. La insuficiencia de muestras biológicas para la detección cuantitativa de AB limitó aún más la investigación.
La prevención del envenenamiento por AB requiere un enfoque multifacético. Las áreas de alto riesgo deben priorizar las prácticas seguras de manipulación de alimentos, especialmente durante la fermentación y el almacenamiento. Una mejor capacitación para los profesionales de la salud en el reconocimiento y manejo del envenenamiento por AB, junto con un mayor acceso a pruebas de diagnóstico rápidas, es crucial para una intervención oportuna. La investigación científica centrada en la distribución de B. cocovenenans, la producción de toxinas y la toxicocinética del AB es esencial para desarrollar estrategias efectivas de prevención y tratamiento. El desarrollo de kits de detección rápida disponibles comercialmente para toxinas transmitidas por los alimentos también mejoraría significativamente los esfuerzos de seguridad alimentaria.